Muchos tipos de chiles secos o frescos pueden ser rellenados. En el centro del país, el más básico es el chile poblano relleno de queso en caldillo de jitomate, aunque también existen otros más elaborados como los chiles en nogada, que se consumen durante las fiestas patrias.
En esta receta se utiliza el chile poblano, un chile de olor muy característico y bajo en picor, ya que posee poca capsaicina (el componente activo de los pimientos picantes).
Dificultad: Media
Coloca los chiles poblanos directamente al fuego hasta que queden quemados por todos lados. Después colócalos en una bolsa de plástico para que suden durante 30 minutos. Luego, con un paño, raspa la piel hasta retirarla completamente. Termina el proceso enjuagándolos bajo el chorro de agua y quitando suavemente la piel restante con las manos.
Haz un corte longitudinal para extraer las semillas (también bajo el agua). Escúrrelos, rellénalos con queso y reserva.
Asa los tomates, la cebolla y el ajo. Licúa y cuela la mezcla. En una olla con un poco de aceite, sazona esta salsa a fuego bajo durante 10 minutos. Agrega las 3 cucharadas de pan molido, mezcla bien, incorpora el caldo de pollo y deja hervir 15 minutos a fuego medio-bajo, revolviendo ocasionalmente. Reserva.
Bate las claras a punto de nieve, incorpora una a una las yemas y bate unos minutos más. Pasa los chiles por harina, luego por el huevo batido y fríelos en aceite caliente hasta que estén dorados por todos lados. Escurre sobre papel absorbente.
Finalmente, sumérgelos en el caldillo de tomate, hierve durante 2 minutos y sirve bañados en la salsa.
Puedes decorar los chiles con aceitunas y servirlos con arroz y tortillas mexicanas. Ya sea en un día cualquiera o en una fecha especial, los chiles rellenos siempre están presentes en la mesa mexicana.